Me quedé mirando al chico joven anonadada, al igual que Kira.
¿Ethan?
Cruzamos la pequeña carretera hacia él.
Cuando nuestra sombra se proyectó a sus pies, el chico alzó la mirada.
Sí, eran exactamente los mismos ojos color celeste de Damen. Y el pelo, también como el de éste, pero de un color negro prácticamente azulado. Pero los rasgos físicos eran casi idénticos, aunque más maduros.
Nos miró con indiferencia y vio hacia otro lado, pero al ver que no nos movíamos, volvió otra vez la cabeza hacia nosotras.
-¿Tengo monos en la cara o qué?
La misma arrogancia. Era obvio.
-¿Esperas a alguien? –pregunté.
-¿Importa mucho?
-Quizá, depende de quién seas.
Alzó las cejas sorprendido, se incorporó y se cruzó de brazos.
-Perdona, niña, vosotras habéis venido a molestarme con preguntas elocuentes sobre mi situación… ¿Acaso te he pedido algo?
-No, pero sé que en algún momento lo harás.
-Vale, eso sí que me acaba de acojonar. ¿Quién eres?
-¿Conoces a Damen?
-¿Cómo eres capaz de cambiar de tema casi al momento?
-¿Lo conoces o no?
-Depende de a qué Damen te refieras. Hay muchos en el mundo.
-Un chico con tus ojos, y de un extraño pelo plateado…
-Entonces quizá sí. ¿Y tú quién…?
-Soy su novia. Y ella es Kira, su demonio –Kira sonrió y saludó con la mano-. ¿No me recuerdas, Ethan?
El chico nos miró alternativamente con los ojos muy abiertos.
-Esto… a riesgo de meter la pata hasta el mismísimo fondo… Por casualidad, ¿tú no serás Kate?
Sonreí ampliamente y asentí. Por primera vez, el hermano de Damen también sonrió.
-Vaya, vaya, quién lo hubiera dicho. La verdad te recordaba como una niña regordeta de diez años que le faltaban algunos dientes, pero veo… -me miró de arriba abajo-. Hum, veo que te has vuelto una mujer bastante guapa…
-Esto… gracias, supongo.
La verdad es que me incomodaba recibir cumplidos de otra gente que no fuera Damen o mis padres, y mucho menos del hermano de mi novio.
-¿Y a qué esperas? –preguntó Kira.
-Bueno… a que abra la tienda. Pensaba darle una sorpresa a mi hermanito pequeño, pero esta cosa no abre. Y ya son las once de la mañana.
-Pero Ethan… -repliqué-. ¿No te has preguntado antes de hablar contigo, por qué te estábamos mirando?
-¿Qué quieres decir?
-A ver… Los ángeles son invisibles…
-¡Ja! Ay, Kate, claro, perdona. No recordaba que hacía muchísimo tiempo que no hablábamos. No soy un ángel corriente. Soy un ángel Poder desde hace algún tiempo. Concretamente soy el jefe de los ángeles Poderes.
Me quedé con la boca abierta. Sabía que Damen y Ethan siempre habían rivalizado como los hermanos que eran, pero es que esto… esto superaba los límites.
-¿Es porque Damen lo es de los Dominios?
-¿Qué Damen es qué? –preguntó confuso.
De modo que no era rivalidad, sino una jugarreta del destino. Curioso.
-Hum, bueno, da igual. Ahora mismo Damen está durmiendo, pero si quieres venir con Kira y conmigo a dar una vuelta…
-Aceptaré gustoso tu oferta –y sonrió ampliamente.
Le devolví la sonrisa y los tres empezamos a andar.