Salí al gran jardín de mi casa, y caminé hasta recorrer un pequeño camino que acababa en una enorme colina con vistas a todo el poblado. Me senté allí, mirando a lo lejos los caballos tirando de los carros por las carreteras y el bosque que conectaba esta colina con la ciudad. Era enorme.
Respiré hondo el aire puro.
-Aquí hay tanta paz… -dije en voz alta.
-Pfff… Y yo que pensaba que eras guapa y lista, pero al parecer estás tan loca que incluso hablas tú sola.
Me volví, y le vi a él con los brazos cruzados, mirándome como si en efecto estuviera loca. Chasqueé la lengua y miré otra vez el pueblo.
-Mi paz se ha acabado. –Suspiré-. ¿Cómo has llegado hasta aquí?
Se sentó a mi lado, flexionando una rodilla y apoyando el codo en ella.
-Fácil. Te seguí.
-Anda, ¿así que ahora acosas a las mujeres?
-Eso lo llevo haciendo desde los diez años, cuando descubrí de dónde venían los niños. Me gustó tanto esa idea que luego no dejaba en paz a las niñas.
Sacudí la cabeza.
-Tú estás mal de la cabeza. En serio.
-No soy yo el que hace un momento estaba hablando solo.
-Estaba… Bah, olvídalo. No lo entenderías. ¿Qué quieres?
-Vigilarte. Si te pasa algo, no habrá prometida. Y si no hay prometida, no habrá boda. Es obvio, ¿no?
-¿Por qué tienes tantas ganas de casarte?
-Sinceramente… repelo esa idea. Pero me han prometido que si me casaba contigo, me coronarán rey el mismo día. Y tienes que ser exactamente tú. No sé por qué, pero así lo eligieron. Y así, a lo mejor, podría encontrar...
Se calló de repente, mirando distraído a la ciudad.
-¿Encontrar el qué?
-Nada, olvídalo. No es de tu incumbencia, señorita metomentodo.
Ambos nos levantamos, pero le seguía mirando con desconfianza.
-Y que quede claro que esta conversación no ha cambiado absolutamente nada nuestra mala relación. ¿Vale? –concluyó.
-Eso no hacía falta que lo dijeras. Sigo odiándote como ayer.
-Lo mismo digo.
Los dos nos dirigimos hacia mi casa, y al entrar en el comedor, nuestros padres se levantaron.
-¡Raquel! ¿Dónde te habías metido? –dijo madre. Miró a Ralph-. ¡Oh, alteza! ¡Muchísimas gracias! ¡Si no fuera por vos a lo mejor mi pequeña no volvía casa nunca más!
Ralph le sonrió orgulloso, y a mí casi me da un ataque de risa.
“Mamá, dalo por seguro que si no hubiera venido este memo a molestarme, me hubiera escapado de casa.”
-Vamos, hijo. Ya es tarde, y tenemos muchas cosas que hacer. Raquel, ha sido todo un placer volver a verte. Hasta mañana.
Les sonreí, y se fueron. Y luego me puse seria, y miré a mis padres.
Me crucé de brazos.
-No quiero.
-¿No quieres qué?
-¡Casarme! ¡No quiero casarme! ¡Es un hombre extremadamente cruel!
-Cariño, no será para tanto. Además de que es guapo, inteligente, alto y lo mejor, ¡es un príncipe! No dejaré que lo eches todo a perder –dijo madre.
Apreté los dientes y subí a mi habitación.
Y luego pensé. ¿Por qué no escaparme? A lo mejor era una buena idea…
*Bueno, siento la tardanza, pero me fue imposible renovar antes. Lo haré en todos los blogs, y me pondré cuanto antes al día con los vuestros ^^