Después del viaje hasta casa, Damen se encontró con una gran sorpresa…
Todos los Dominios estaban tan felices en un bar extraño al que Damen frecuentaba ahora, como si no hubiera pasado nada… Incluso Penny no se lo creía.
Lo mejor de todo fue, que en medio de los ángeles, había uno en especial…
-¡¡¡¡Jack!!!! –gritó Damen sonriente.
Éste se volvió con una copa en la mano, y sonrió. La alzó a modo de saludo.
-Hey.
Damen se lanzó hacia él, despeinándole por completo el pelo con la mano. Jack se quejó.
-¡Ay! ¿Pero qué haces? ¡No sé qué os pasa a todos últimamente, pero vamos, que no es normal!
Damen ignoró su comentario, y sonrió ampliamente. Yo también corrí hacia él, abrazándole.
-¡Jack! –sollocé.
Jack también me abrazó, pero extrañado.
-No sé qué porras os pasa, pero bueno, supongo que…
Damen y yo nos miramos confusos, pero entonces entendimos.
Al acabar con Keiran en el pasado, nada de lo que hizo él en el futuro llegó a ocurrir.
Después de todo esto, ya que nadie recordaba nada, excepto nosotros y Penny, nos fuimos a casa, increíblemente contentos.
Por la noche, Kira, con Yin Yang en brazos, nos pidió expresamente hablar con nosotros.
Sentados en el sofá, Kira se nos acercó con los brazos cruzados detrás de la espalda, con una enorme sonrisa en la cara.
-¿Qué pasa, Kira? –preguntó Damen.
-Hum. ¡Tengo una sorpresa!
-¿Y cuál es? –pregunté con dulzura. Yin Yang maulló, y le acaricié la cabeza. Se ve que Penny se había encargado de él mientras estábamos fuera.
Sacó las manos de detrás de la espalda con los puños cerrados. Los alzó delante de nosotros, y con las muñecas hacia arriba, los abrió. En cada uno, había un collar con un colgante en forma de esfera brillante. Nos tendió uno a cada uno. Los cogimos y los miramos.
-¿Y esto?
-Quiero que ambos seáis mis amos. Así podré ayudaros cuando deseéis, y yo os ayudaré encantada. Anulé mi lazo con mi antiguo amo, que me trataba muy mal, y quiero que vosotros os quedéis conmigo.
Damen y yo nos miramos un poco preocupados, pero parecía que para ella era algo fantástico. Asentí.
-No hay problema, Kira. Seremos tus… esto…
-Amos –completó ella por mí, con una sonrisa-. Si os los colocáis, empezaréis a serlo. Podréis convocarme llamándome por mi nombre, y yo simplemente saldré de los collares y os ayudaré. Así que ya no me hace falta dormir en el cuarto; dormiré en los colgantes.
Ambos nos colocamos los colgantes, y Kira bostezó.
-Hum… puedes… irte a dormir cuando quieras, Kira –dijo Damen.
-Gracias, Damen –dijo, cerró los ojos, y empezó a desvanecerse, convirtiéndose en una especie de espíritu que entró en el colgante de éste. Le miré.
-Vaya, ¿ves? Te dije que no te arrepentirías de tenerla con nosotros.
Puso los ojos en blanco, pero sonrió también.
-Lo que tú digas, mi vida.
¡¡Cazadores de Sombras: Ciudad de ángeles caídos!! *¬*
domingo, 29 de mayo de 2011
martes, 24 de mayo de 2011
Capítulo 87 (D)
Después de salir del castillo, fuimos otra vez al centro de ese pequeño y extraño pueblo, dónde todos los pasajeros y los residentes hacían fiestas, bailaban y todas esas cosas, así que nos habíamos ido a un pequeño restaurante y tomamos algo allí, pero en la terraza, para ver a la gente. Kira sonreía cada vez que las luces de las pequeñas farolas parpadeaban, y Elisa también reía con ella.
Cuando pasamos muchísimo rato allí, una chica vestida con vaqueros oscuros, una chaqueta y unas enormes gafas de sol (no tan chulas como las mías, ojo) caminó hacia nosotros mientras sacaba fotos al lugar. Reconocí quién era por su pelo rojizo. Me levanté de mi silla.
Alex paró a nuestro lado, y sonrió con la cámara todavía en las manos.
-Alex –dije.
-¡Hey! Aquí estoy.
-¿Y… qué haces con…? –señalé con la mirada la cámara.
-¿Tú qué crees? ¡Sacar fotos a todo esto! Quiero que Jack se muera de envidia… -miró hacia Elisa, que se había levantado y colocado a mi lado, y luego a Kira-. Hum, veo que os habéis encontrado –me miró-. Menos mal, ya me veía contigo recorrer todo el lugar para encontrarlas.
Me reí, y Elisa y Kira sonrieron.
-Bueno, ¿vamos?
-¿Y qué va a pasar con todas estas personas? –preguntó Elisa, preocupada.
Alex se encogió de hombros mientras se guardaba la cámara en el bolsillo.
-No te preocupes. Volverán al tren y creerán que todo esto es un sueño.
-Hum.
Sonreí. Alex se acercó a la pared del restaurante y creó un Portal del tiempo, tan diferente de los míos. Al terminar, nos indicó con la cabeza que nos metiéramos.
-Venga.
Pasaron primero ellas, luego yo y por último Alex, cerrándolo.
Caímos en el internado de ésta, en los jardines delanteros, dónde nos esperaban Jack, Leo y otros hombres vestidos de negro que no reconocía.
Alex fue directamente a los brazos de Jack, enseñándole la cámara con una sonrisa burlona.
-Mira lo que tengo y tú no –dijo medio cantando con voz de niña.
Jack le sonrió con ternura y le dio un beso en los labios.
Desvié la mirada, y me encontré con la de Elisa. Se ruborizó violentamente, y yo sonreí con sorna. Me acerqué a ella y también la besé, un beso un poco más largo que el de Alex y Jack.
Al separarnos, les miré.
-Hey, aquí todos podemos jugar –dije.
Me miraron con las cejas alzadas, y se rieron. Abracé a Elisa.
-Bueno, entonces ya está todo, ¿no? –Dijo Jack, y miró a Alex-. ¿Hace falta que te vayas más?
-No, tranqui. Aquí me quedo.
-Bien, pues será mejor que volvamos a casa –dije, pero reparé en una cosa-. ¿Y Penny?
-La volvimos a llevar a casa…
-Bien. Yo creo que ya tuvimos suficiente por un tiempo…
Elisa cogió la mano de Kira y los tres subimos a mi coche. Cuando cerré la puerta, bajé la ventanilla tintada para ver la cara de esos dos.
-Hum… Damen, creo que… -empezó Alex, miró a Jack, y éste, al sonreír, negó con la cabeza. Ella sonrió y se encogió de hombros-. Bueno, ya verás. ¡Hasta que nos veamos! Que si no me equivoco será dentro de poco…
-Sí –contesté, y sonreí-. Hasta pronto.
-Chao.
Subí la ventanilla y arranqué el coche. Elisa me miró.
-¿Cómo que os volveréis a ver? –preguntó con curiosidad. Yo sonreí.
-Te lo diré cuando llegue el momento, lo juro.
Puso los ojos en blanco, y miró por la ventana. Pero yo me puse a pensar en lo que Alex me iba a decir pero no dijo…
Cuando pasamos muchísimo rato allí, una chica vestida con vaqueros oscuros, una chaqueta y unas enormes gafas de sol (no tan chulas como las mías, ojo) caminó hacia nosotros mientras sacaba fotos al lugar. Reconocí quién era por su pelo rojizo. Me levanté de mi silla.
Alex paró a nuestro lado, y sonrió con la cámara todavía en las manos.
-Alex –dije.
-¡Hey! Aquí estoy.
-¿Y… qué haces con…? –señalé con la mirada la cámara.
-¿Tú qué crees? ¡Sacar fotos a todo esto! Quiero que Jack se muera de envidia… -miró hacia Elisa, que se había levantado y colocado a mi lado, y luego a Kira-. Hum, veo que os habéis encontrado –me miró-. Menos mal, ya me veía contigo recorrer todo el lugar para encontrarlas.
Me reí, y Elisa y Kira sonrieron.
-Bueno, ¿vamos?
-¿Y qué va a pasar con todas estas personas? –preguntó Elisa, preocupada.
Alex se encogió de hombros mientras se guardaba la cámara en el bolsillo.
-No te preocupes. Volverán al tren y creerán que todo esto es un sueño.
-Hum.
Sonreí. Alex se acercó a la pared del restaurante y creó un Portal del tiempo, tan diferente de los míos. Al terminar, nos indicó con la cabeza que nos metiéramos.
-Venga.
Pasaron primero ellas, luego yo y por último Alex, cerrándolo.
Caímos en el internado de ésta, en los jardines delanteros, dónde nos esperaban Jack, Leo y otros hombres vestidos de negro que no reconocía.
Alex fue directamente a los brazos de Jack, enseñándole la cámara con una sonrisa burlona.
-Mira lo que tengo y tú no –dijo medio cantando con voz de niña.
Jack le sonrió con ternura y le dio un beso en los labios.
Desvié la mirada, y me encontré con la de Elisa. Se ruborizó violentamente, y yo sonreí con sorna. Me acerqué a ella y también la besé, un beso un poco más largo que el de Alex y Jack.
Al separarnos, les miré.
-Hey, aquí todos podemos jugar –dije.
Me miraron con las cejas alzadas, y se rieron. Abracé a Elisa.
-Bueno, entonces ya está todo, ¿no? –Dijo Jack, y miró a Alex-. ¿Hace falta que te vayas más?
-No, tranqui. Aquí me quedo.
-Bien, pues será mejor que volvamos a casa –dije, pero reparé en una cosa-. ¿Y Penny?
-La volvimos a llevar a casa…
-Bien. Yo creo que ya tuvimos suficiente por un tiempo…
Elisa cogió la mano de Kira y los tres subimos a mi coche. Cuando cerré la puerta, bajé la ventanilla tintada para ver la cara de esos dos.
-Hum… Damen, creo que… -empezó Alex, miró a Jack, y éste, al sonreír, negó con la cabeza. Ella sonrió y se encogió de hombros-. Bueno, ya verás. ¡Hasta que nos veamos! Que si no me equivoco será dentro de poco…
-Sí –contesté, y sonreí-. Hasta pronto.
-Chao.
Subí la ventanilla y arranqué el coche. Elisa me miró.
-¿Cómo que os volveréis a ver? –preguntó con curiosidad. Yo sonreí.
-Te lo diré cuando llegue el momento, lo juro.
Puso los ojos en blanco, y miró por la ventana. Pero yo me puse a pensar en lo que Alex me iba a decir pero no dijo…
sábado, 14 de mayo de 2011
Capítulo 86 (D)
-Damen –Susurró Elisa-. ¡Damen!
Soltó la espada, que cayó al suelo en un golpe sordo, y empezó a temblar violentamente.
Me asusté. Pensé que le había pasado algo bastante grave.
-Elisa, ¿estás… estás bien?
-Estuve… estuve a punto de… de matarte… -balbuceó.
La cogí de un brazo y la atraje hacia mí, presionándola contra mi pecho con fuerza. Temía que se desvaneciera… o algo. Ella empezó a llorar.
-Ssshh… Va, venga, tranquila, ya está –la consolé.
-¡Casi te mato! –dijo desesperada y con voz temblorosa.
-Ya pasó, amor –murmuré.
Kira consiguió soltarse del hombre que la tenía agarrada y corrió hacia nosotros.
-¡Damen, Elisa!
La miramos, y la abrazamos también, colocándola entre nosotros.
Entonces recordé a Kerian.
-Cógela –le susurré a Elisa, refiriéndome a Kira.
Ella asintió y la cogió en brazos, mientras yo me separaba de ellas. Cogí la espada del suelo y me acerqué a esa asquerosa rata.
Él retrocedió hasta chocar contra la pared, sin quitar el ojo de la espada.
-Hum… Damen, podemos hablar, ya sabes –al ver que yo no reaccionaba, empezó a gritar-. ¡Chicos, cogedle!
Pero ninguno se movió. Estaban paralizados por mí.
-No pueden moverse, Keiran. Y ahora vas a saber lo que es la venganza fría de verdad –le agarré del cuello-. Hum, y tranquilo, le diré a tu hermana que le mandas recuerdos.
Él tragó saliva.
-Da igual. Devon acabará contigo tarde o temprano.
Alcé una ceja ante la mención de Devon, pero le atravesé la hoja por el corazón.
Me aparté casi enseguida de él, y cayó al suelo, ya muerto.
Era demasiado débil. No podía haber hecho todo lo que hizo él solo.
Y sabía perfectamente quién le había ayudado.
-Damen…
Me volví al escuchar la voz de Elisa.
Estaba tapando los ojos de Kira con una mano, para que no viera la escena. Mejor.
Me acerqué a ellas, y le di un beso a Elisa. Al momento hice que le aparecieran unas bailarinas blancas en los pies.
-Vamos, salgamos de aquí.
Según mis cálculos, nos quedaba medio día para que Alex volviera a por nosotros.
Soltó la espada, que cayó al suelo en un golpe sordo, y empezó a temblar violentamente.
Me asusté. Pensé que le había pasado algo bastante grave.
-Elisa, ¿estás… estás bien?
-Estuve… estuve a punto de… de matarte… -balbuceó.
La cogí de un brazo y la atraje hacia mí, presionándola contra mi pecho con fuerza. Temía que se desvaneciera… o algo. Ella empezó a llorar.
-Ssshh… Va, venga, tranquila, ya está –la consolé.
-¡Casi te mato! –dijo desesperada y con voz temblorosa.
-Ya pasó, amor –murmuré.
Kira consiguió soltarse del hombre que la tenía agarrada y corrió hacia nosotros.
-¡Damen, Elisa!
La miramos, y la abrazamos también, colocándola entre nosotros.
Entonces recordé a Kerian.
-Cógela –le susurré a Elisa, refiriéndome a Kira.
Ella asintió y la cogió en brazos, mientras yo me separaba de ellas. Cogí la espada del suelo y me acerqué a esa asquerosa rata.
Él retrocedió hasta chocar contra la pared, sin quitar el ojo de la espada.
-Hum… Damen, podemos hablar, ya sabes –al ver que yo no reaccionaba, empezó a gritar-. ¡Chicos, cogedle!
Pero ninguno se movió. Estaban paralizados por mí.
-No pueden moverse, Keiran. Y ahora vas a saber lo que es la venganza fría de verdad –le agarré del cuello-. Hum, y tranquilo, le diré a tu hermana que le mandas recuerdos.
Él tragó saliva.
-Da igual. Devon acabará contigo tarde o temprano.
Alcé una ceja ante la mención de Devon, pero le atravesé la hoja por el corazón.
Me aparté casi enseguida de él, y cayó al suelo, ya muerto.
Era demasiado débil. No podía haber hecho todo lo que hizo él solo.
Y sabía perfectamente quién le había ayudado.
-Damen…
Me volví al escuchar la voz de Elisa.
Estaba tapando los ojos de Kira con una mano, para que no viera la escena. Mejor.
Me acerqué a ellas, y le di un beso a Elisa. Al momento hice que le aparecieran unas bailarinas blancas en los pies.
-Vamos, salgamos de aquí.
Según mis cálculos, nos quedaba medio día para que Alex volviera a por nosotros.
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