¡¡Cazadores de Sombras: Ciudad de ángeles caídos!! *¬*

martes, 16 de marzo de 2010

Capítulo 25 (E)---(D)

(E)-¡¡He dicho que te sientes, leñe!! -exclamó Susan.
Me sentó a la fuerza a los pies de un árbol que había en la esquina derecha de la carretera, con ayuda de Yin Yang. Intenté levantarme, pero no me dejó.
-Que estoy... bien... -dije con un hilo de voz.
La verdad es que no lo estaba. Sentía como la noche daba vueltas, y tenía mucho, mucho calor, a pesar de que estaba lloviendo, y el viento venía del norte. Estaba sudando.
-No, no estás bien. Siéntate y espera.
-No, tengo que... ir a... por mi... fam...
-¡¡Que sí, pesada!! ¡Pero después, cuando estés mejor! ¡Ahora señorita, te quedas dónde estás!
-Susan, por... por... -sentía como se me iba la cabeza.
Tenía un sueño increíble, pero temía quedarme otra vez inconsciente y que algo pasara. El rostro mojado de Susan me escuadriñaba en la oscuridad, apretando los dientes.
-Como no te quedes dónde estás, ¡no seré responsable de mis actos! -intenté otra vez levantarme, y Susan iba a oponerse, pero no le hizo falta, no podía ya ni con mis fuerzas-. Elisa, por favor...
¿Susan suplicando? Se sentó a mi lado, apartando a Yin Yang, que se puso a mi otro lado. Le toqué la cabeza mojada.
-Mira, es... es la primera vez... jo, no puedo creer que vaya a decir esto -hizo una pausa, y suspiró-. Es la primera vez que tengo una amiga de mi edad. Normalmente me llevo bien con los chicos, porque a veces siento que soy como... ellos, pero tú... no sé, eres diferente a las demás. Por eso me caes bien. Que no haya tenido una amiga nunca no significa que no pueda tener una ahora, así que si te pasara algo... me dolería mucho.
La miré, y le sonreí. Era la primera vez que alguien me decía algo tan bonito desde que me desperté.
-Gracias -dijimos al unísono. Reímos, pero lo dejé enseguida, me dolía todo.
Susan alzó la mano a mi frente, y la apartó enseguida.
-Elisa, estás hirviendo -dijo asustada.

(D)Los seis salimos a la carretera. Ahora sí que nos mojábamos. Algunos dragones surcaban los cielos amenazantes, pero por suerte con la oscuridad no parecían ver bien, por lo que no nos distinguieron.
-¿Y si no las encontramos? -preguntó Brad preocupado-. ¡¿Y si les ha pasado algo?! ¡¿Qué haremos?!
-Joer, ¡¿quieres callarte ya?! -grité-. Deja de quejarte.
-Por favor, -dijo Jack- callaos los dos.
Seguimos caminando, y entre la oscuridad y la poca luz que transmitían las estrellas, vimos a lo lejos dos figuras sentadas debajo de un árbol, a la lluvia. El corazón se me aceleró por los nervios.
-¡Vamos! -gritó Andrew.
Nos encaminamos carretera arriba hasta llegar. Eran ellas. Me quedé mirando a Elisa, que estaba contra el árbol, y yo todavía de pie, con los ojos entrecerrados.
-¡¡Susan, Elisa!! -gritó Brad-. ¡Estáis...! -se interrumpió-. ¿Elisa? ¿Estás bien?
Su tono de voz me llamó la atención. Por la lluvia y la oscuridad no le veía bien la cara, así que con el ceño fruncido me acerqué a ella y me arrodillé.
Y me quedé paralizado.
Tenía las mejillas rojas como un tomate, y no exageraba, y el resto de la cara la tenía alarmantemente pálida. Y estaba inconsciente.
Le toqué la frente mojada, que estaba hirviendo. Miré a Susan.
-Íbamos caminando cuando se desmayó. Le dije que se sentara, pero no quería, y al final... se quedó dormida. No sé qué le pasa... -dijo esto último con voz rota, entre algún que otro sollozo.
Volví a mirar a Elisa sin decir nada. Tragué saliva, respiré hondo para calmarme -de verdad que entre la preocupación y los nervios, me están matando-, y la cogí en brazos. Me levanté.
-Elisa. ¡Elisa, despierta! -dije-. ¡Despierta, idiota! -pero seguía sin abrir los ojos.
-Hay que llevarla a casa, Damen -dijo Jonathan.
-Sí, me temo que en este estado... le puede pasar cualquier cosa -le siguió Jack-. Así que démonos prisa.
-Pero... ¿y si las descubren? -preguntó Brad-. ¿Qué hacemos?
-No lo harán -dije todavía mirando el rostro pálido y rojizo de Elisa.
La seguridad de mi voz les convenció. Asintieron y nos encaminamos a la ciudad de Saints.
Antes creía que el miedo era irracional, que no servía para nada, y que por eso yo no lo sentía. Pero desde que conocía a Kate, empecé a sentir miedo de perderla, o de que le pasara algo y yo no pudiera hacer nada para remediarlo. Y cuando se fue, no volví a sentirlo.
Pero me parece que ahora... he vuelto a tenerlo, y estoy más aterrorizado que nunca.