¡¡Cazadores de Sombras: Ciudad de ángeles caídos!! *¬*

sábado, 6 de marzo de 2010

Capítulo 24 (E)---(D)

*Antes de nada, siento molestaros, pero me gustaría que pasaráis por el blog de mi primo ^^
http://barsajenios.blogspot.com/ Es nuevo, y como ya dice el título, va sobre el equipo del Barsa. ¡Muchas gracias! :D


(E)Seguíamos caminando, pero... volvimos al mismo sitio.
Susan estalló en un ataque de nervios:
-¡¿Pero es que en este estúpido bosque no hay salida?!
-¿Sabes? Me parece que lo de venir aquí fue una mala idea... -murmuré.
Yin Yang y ella se volvieron despacio hacia mí y me fulminaron con la mirada, enseñando los dientes:
-Elisa... -dijo con voz temblorosa-. He ido desde mi casa hasta este bosque por ese portal. He caído en este suelo, me hizo mucho daño y arrastré conmigo a un gato negro, sólo para venir a por ti. Hemos caminado durante dos horas rodeando el bosque, y hemos vuelto al principio. Y todo esto... ¡¿SÓLO PARA QUE AHORA, DESPUÉS DE TODO LO QUE HEMOS PASADO, ME DICES QUE FUE UNA MALA IDEA VENIR AQUÍ?! ¡¡¡¡¿¿¿¿PERO TÚ EN QUÉ PUÑETAS ESTABAS PENSANDO????!!!!
Tragué saliva.
-Pues... en... mi familia... -susurré.
Respiró hondo, puso los ojos en blanco y alzó las manos con impaciencia infinita.
-¡Vamos! Y cómo ahora me digas que no estás segura de seguir cuando no podemos volver a casa, ¡te capo!
-Va... vale...
Seguimos caminando, pero en vez de esta vez por el camino de siempre, nos desviamos gracias a Yin Yang. Y fue nuestra salvación. Llegamos a una carretera. Pero no pasaban coches. Bueno, a lo mejor era porque ya era de noche. Alcé la muñeca izquierda, dónde tenía el reloj, pero... no funcionaba. Le di unos toquecitos al cristal, pero fue inútil. No iba. Susan me miró de reojo.
-¿Qué pasa?
-Que el reloj no va.
Susan cogió su móvil del bolsillo, y se quedó parada.
-El móvil no funciona. Vale, esto es raro. Y aún por encima estamos perdidas, sin noción del tiempo y sin poder comunicarnos con nadie. Este día no puede ir peor.
Iba a advertirle de que no fuera gafe, pero demasiado tarde. Empezó a llover. Yin Yang se cubrió entre nosotras.
-Que no puede ir peor, ¿eh? -dije-. Si no hubieras hablado...
-¡¿Que si no hubiera hablado?! ¡Pero...!
Un estruendo enorme en el cielo la interrumpió. Un ser enorme pasó volando por encima de nuestras cabezas. Era un dragón, pero no tan bonito como Damen, sino que en vez de pelo tenía escamas, la cola acababa en punta, y era totalmente negro, con alas de murciélago. Desapareció al momento. Susan y yo nos abrazamos.
-¿Y... y... y ahora qué...? -tartamudeé por el frío y la lluvia.
-Pues no lo sé. ¿Por qué tartamudeas? ¿Estás bien?
Estornudé. Empecé a toser, y tuve sueño.
-Elisa, te estás poniendo roja. Elisa... ¡Elisa!
Pero ya no la oí. Me desmayé.

(D)Abrí un portal, y caímos cada uno en una fila, casi una caída perfecta, en el bosque. Había empezado a llover, pero los árboles frenaban las gotas.
Cada uno se fue por un lado, hasta que Andrew gritó:
-¡Aquí hay pisadas!
Todos fuimos hacia él. Las pisadas seguían por un perdido sendero, pero las seguimos. Pero de repente, las pisadas se volvieron en dos filas, siguiendo el mismo camino y las otras desviándose.
-¿Cuál seguimos? -preguntó Jack.
-Por supuesto, seguimos el camino -dijo Cecil-. ¿No véis que se ve perfectamente que las pisadas son recientes? Si nos desviamos, podremos ir a cualquier sitio, así que...
-¿Estás totalmente seguro? -pregunté entre dientes. Sinceramente, no me cae bien, aunque en realidad, no me cae bien casi nadie, pero a él le tengo cierta manía.
-Pues claro -dijo convencido-. ¿Crees que soy estúpido?
-¿Tengo que responder a eso? Porque...
-¡Bueno, parad ya! -gritó Jonathan-. ¡Vamos o no!
Los dos pusimos los ojos en blanco y seguimos el camino, peeero... volvimos al principio.
Puse las manos detrás de la espalda y me acerqué a Cecil, mirándole con sorna:
-Vaya, vaya, vaya... -murmuré-. Con que... ¿No véis perfectamente que las pisadas son recientes? Si nos desviamos podemos ir a cualquier otro sitio, así que... -le imité con voz burlona-. Así que tú eres extremadamente imbécil, chaval. Qué pasa, ¿es que tus padres son hermanos?
Cecil apretó los dientes.
-Bueno, normal, los pobres deben de estar decepcionados por tener un hijo tan estúpido y...
-¡Bueno, ya está! -Cecil se me lanzó encima, y empezamos a pelear.
Pero Jonathan, Brad, Jack y Andrew nos aguaron la fiesta, como siempre. Nos separaron a ambos. Me sacudí la camisa del polvo.
-Oye, que es de Calvin Klein... no me la manches -exclamé.
-Con que te gusta la ropa de marca, ¿eh? -gruñó Cecil.
-Bueno, en realidad me lo compré en las rebajas de invierno -y susurré-, ya sabes, con la crisis y tal -le dediqué una sonrisa con burla.
-¿Y si te gustan tanto -dijo con infinita paciencia-, por qué no te hiciste modelo de sus calzoncillos? Oh, ya sé, porque no eras suficiente para ellos, ¿verdad?
-En realidad me lo propusieron, pero las tallas más grandes... me quedaban pequeñas -y le sonreí burlonamente. Me gruñó a lo bestia.
-¡¿No véis que ahora mismo Elisa y Susan deben de estar llorando perdidas?! ¡¿Y si un demonio o algo las han cogido o...?! ¡O peor! ¡Que los ángeles las hayan cazado! -gritó Jack enfadado.
¿Elisa... llorando? No, por favor, otra vez no. Odio cuando las mujeres lloran... Miré a Brad, que se mordía los uñas nervioso. Debía de estar preocupado por Susan.
Empecé a caminar.
-¿Adónde vas? -gritó Andrew.
-¿Tú que crees idiota? ¡Voy a por Elisa! Quedándome en el suelo no voy a conseguir nada.
Los demás me siguieron. Sería difícil, pero la encontraría.