Todo ocurrió en una milésima de segundo.
Damen me empujó, y caí hacia atrás.
-¡Ay! –me quejé.
Miré hacia dónde estaba él, pero no lo encontré. Había desaparecido.
Hasta que escuché varios pasos a mi alrededor, pero eso es lo malo de estar en la oscuridad, que no ves nada.
Nunca había tenido tanto miedo en la vida. Ni siquiera cuando los nefilim me habían acorralado.
Me levanté despacio, tragué saliva sonoramente, y escuché un golpe fuerte y sordo contra el suelo.
-¡Damen! –dije sin poderlo evitar.
-Te pillé –dijo su voz, obviamente sin referirse a mí.
Miré a mi alrededor, y me fijé en una de las ventanas del cuarto, dónde estaba iluminado por la luz de la luna, en su silueta y algo que él pisaba.
Me acerqué despacio mientras el ser gruñía y se revolvía, pero Damen no le dejaba. Tenía un pie sobre el pecho del monstruo y un antebrazo apoyado en la rodilla, mirándolo con una sonrisa cruel.
-¿Qué tal, amigo mío?
-No… yo no… soy… no soy tu… amigo… -balbuceó casi sin aire la bestia.
-Tú sabes dónde está el hombre al que quiero asesinar con mis propias manitas, ¿verdad? –dijo medio cantando, ignorando su comentario y haciendo que todo esto pareciera más tétrico de lo que ya era.
-Qui…q…
-¡Suelta por esa sucia boquita! No tengo todo el tiempo, por si no te has dado cuenta.
El ser apretó la boca sin labios y negó débilmente con la cabeza. Damen apretó más su pisotón, y la bestia soltó un rugido medio apagado.
-Para que lo sepas, yo no soy un humano cualquiera. Bueno, sencillamente, no soy humano. Así que ten mucho cuidado, porque con sólo chasquear mis dedos, puedo hacer que vomites tu corazón junto con los demás órganos necesarios de tu organismo.
-¡Vale… vale! ¡Pero no… no me… me de… dejas… respirar!
En ese momento me pregunté por qué hablaba español y no francés, pero me abstuve de preguntar.
Damen aflojó el pie sobre su pecho.
-Venga, dilo ya.
-Lord Keiran vive en Inglaterra…
-Eso ya lo sé, no soy estúpido. Dime exactamente dónde.
-Nadie lo sabe. Dicen que vive en un lugar que no aparece en el mapa…
Miré con el ceño fruncido a Damen. ¿Como Saints?
-Así que no aparece en el mapa, ¿eh? ¿Y cómo se puede acceder a él?
-¡En un tren! Sólo unos pocos tienen la suerte de ir a ese lugar… o la desgracia.
-Eso me da igual. ¿Estás seguro? No me estarás mintiendo, ¿verdad? Porque sinceramente no te conviene.
-Tienes una carta del Lord Keiran, ¿verdad?
-Cómo lo sabes.
-La vi en tu bolsillo… y… Te la mandó él mismo…
-Hum, muy bien –Damen me miró-. Vámonos.
Dejó al ser tirado en el suelo, y me indicó con la cabeza que nos fuéramos. Pero de repente oí los pasos detrás de mí, y sin duda Damen también, porque sonrió, sacó un cuchillo de su bolsillo de la chaqueta y se dio la vuelta. Yo también, y vi que le había clavado el cuchillo en el corazón a la bestia justo cuando ésta se iba a abalanzar sobre nosotros. Cayó hacia atrás con una expresión de horror en el deformado rostro.
Miré a Damen con la boca abierta. Éste se encogió de hombros, le arrancó el cuchillo, lo limpió con el poco pelo del ser, y se lo guardó.
-¿Vamos?
Asentí despacio.
Hum. ¿Sentir miedo… o una especie de pánico por tu novio es normal o es que simplemente soy rara?
Quizá sean las dos cosas, pero es que estaba tan aterrada con el comportamiento tan feroz que estaba mostrando Damen en esos momentos, que no me atrevía ni a mirarle directamente a los ojos.
Aunque él no se dio cuenta, o hizo como que no se daba cuenta…