(E)Por supuesto, lo peor de todo: caer.
Odiaba esa sensación, por ello nunca me montaba en las montañas rusas.
Y al momento, me vi en el suelo. Concretamente, en un césped. Me iba a incorporar, pero algo impactó contra mi estómago, que me dejó sin respiración durante unos segundos que fueron interminables. Y luego otro, más suave. Al abrir los ojos, miré que alguien estaba encima mía.
-Le... lev... -intenté decir.
La persona se incorporó al momento. Era Susan, y el otro impacto fue Yin Yang. Ahora sí que me incorporé, y ella también, quedándonos sentadas. Yin Yang vino hacia mí, y me lamió la mano. Le acaricié la cabeza.
-¡¿Pero tú en qué estabas pensando?! -me gritó Susan-. ¡Esto no es divertido!
-Yo no he dicho que lo fuera... -me di cuenta de algo-. ¿Brad te dejó pasar?
-No. Debe de estar volviéndose loco. Es que no... él estaba parado, sin hacer nada, y el portal se iba a cerrar, así que... el gato y yo pasamos.
Los tres miramos a nuestro alrededor, y nos quedamos congelados.
Era una selva. O un bosque enorme, no estábamos seguros.
-¿Dónde... estamos? -balbuceé-. Se suponía que tendríamos que estar en Arglis, en Saints.
-Ya estamos en Arglis, pero Saints es la ciudad capital.
-¿A qué te refieres?
-Pues que... Arglis es como si fuera un país, y Saints es la capital, como por ejemplo España y Madrid o Estados Unidos y Washington. Aunque claro... este lugar... es imposible saber en qué rincón del mundo está puesto. Y me parece que este lugar no es normal. La abuela, antes de que viniera Brad para ser mi ángel, me dijo que este lugar era sagrado. Hay de todo: desde criaturas mitológicas y magia hasta demonios, incluso seres de los cuentos de hadas y cosas así. Incluso los árboles tienen algo especial.
-¿Tipo Las Crónicas de Narnia?
-Sí, algo así -ambas reímos, pero Susan se puso seria-. Pero ahora en serio, tenemos que salir de este bosque. A saber qué nos podemos encontrar. Vamos.
Me encogí de hombros, nos levantamos y empezamos a caminar, con Yin Yang jugando con las hojas de los árboles caídas cada vez que avanzábamos. Aunque me preguntaba porqué no caímos directamente en Saints. Algo curioso.
(D)Había empezado a cansarme. Me parece que Elisa no va a tener suerte hoy. Decidí que sería mejor volver a casa de Adalia, y decirles que yo mismo iría a buscar a su familia, porque sabía perfectamente dónde estaban: en Arglis. Seguramente capturados.
Después de unos minutos, estaba ya en la puerta de la casa, desde dónde se escuchaban gritos.
-¡¡¡¿¿¿Pero en qué demonios estabas pensando, Brad???!!! ¡¡¿¿Cómo pudiste...??!! -gritaba Adalia.
Con el ceño fruncido, creé la llave de la puerta, la abrí y entré. Brad estaba sentado en la mesa de la cocina, con la cabeza enterrada entre las manos, y Adalia al lado, creo que llorando.
-Nunca había visto una vieja llorar de esa manera -exclamé-. ¿Qué pasa aquí? ¿Alguien se ha hecho pupa? Aunque seguro que querréis que os ayude... pero ya sabéis que yo no ayudo gratis...
-Damen, es Elisa.
Cuando alguien dice "es Elisa", significa que le pasó algo, ya sea grave o leve, pero le pasó algo, y esa noticia me sentó como un puñetazo en el estómago. Intentaba poner cara de que me daba igual, pero no era así. No era capaz, pero lo que mas me fastidia es que no es propio de mí preocuparme de los demás.
-¿Qué...? -intenté decir.
-Me engañó para que abriera un portal, y yo caí como un estúpido. Y... Susan y el gato fueron detrás de ella. ¡¿Y si les pasa algo qué?! ¡A mí por lo menos me matan! Qué suerte tienes, que si le pasa algo a Elisa, no te dirán nada... -dijo Brad.
-Si algo le pasa a Elisa, pasarán dos cosas -dije con voz fría-. Una, que te cortaré las orejas y las pondré como aperitivo en las fiestas de carnaval. Y dos... -respiré hondo, muy hondo, pero no me tranquilizaba- no sé qué haría en el dos, así que me largo.
-¿Cómo que te vas? ¿No vas a buscarla? -respondió Adalia.
Cogí el móvil y marqué un número, aunque me costaba porque tenía la mano temblorosa.
-Pues claro -dije mientras esperaba a que me contestaran-. ¿Te crees que soy estúpido? Porque te aseguro que no. -Descolgaron-. Jack, necesito que vengas a casa de Adalia. Te acuerdas, ¿verdad? ¡Pues ven cagando leches!
Colgué, y volví a llamar a otro, y así hasta que llamé a cuatro; no me hacían falta más.
Brad y yo salimos afuera, y de repente apareció un portal. De él salieron los ángeles.
-Aquí estamos -dijo Jack, el que los encabezaba.
Los demás -Andrew, Cecil y Jonathan- estaban detrás de él, pero igual de expectantes.
-Bien. Chicos, Brad y yo os necesitamos.
-Damen -dijo Cecil-, tú nunca has hecho nada por nosotros. ¿Y ahora nos pides ayuda?
Tan puñetero como siempre.
-Os he dado mi amor y amistad, ¿no os llega?
-¿Amor y amistad? Estás de coña, ¿verdad?
-¿Qué te esperabas? -repliqué.
-Espera -dijo Andrew-. Damen pidiendo ayuda. ¿Tenéis una cámara de vídeo para grabar este momento tan emocionante? Nunca creí que presenciaría esto.
-No estoy de broma. Os necesito. Jack -me miró-, recuerdas a Elisa, ¿verdad?
-Cómo olvidarla -puse los ojos en blanco.
-Bueno, pues ha ido a Arglis, a Saints.
-¡¿Qué?! -gritó-. ¡¿Cómo has sido tan irresponsable...?! ¡¿No ves que pueden descubrirla y...?!
-En realidad fui yo el que se descuidó -me defendió Brad-. Mi protegida también desapareció.
Los cuatro se quedaron pensativos.
-Bien, no pasa nada -dijo Jonathan-. Os ayudaremos. ¿Cómo son?
-Bueno -empezó Brad-. Susan tiene el pelo tipo cleopatra, negro teñido, ojos pintados de negro, labios pintados de negro, uñas pintadas de negro, maquillaje blanco, ropa toda negra...
-¿Pero qué pasa? ¿Tiene algún problema con los colores? ¿Es acaso daltónica?
-Sólo es gótica -respondió.
-Bueno, ¿y la tuya?
-Elisa también tiene el pelo tipo cleopatra, pero largo, y normalmente lleva sudaderas. Pelo oscuro, piel algo pálida, no va maquillada... ¿hace falta más?
-¿Algo característico? ¿Como un collar o algo así?
-Supongo que no, o quizá... si ese estúpido gato no está aquí significa que está con ellas, así que si véis a una chica con un gato negro, ya sabéis.
-Bien. Vamos a buscarlas -dijo Jack-. Como son humanas es imposible que hayan traspasado las barreras de Saints con un portal, por lo que deben de haber caído o en el lago, el bosque o la carretera. Hay que buscar bien.
Bueno, pues a buscar.