Sentí un poco de presión a mi lado, sobre dónde me encontraba, como ya dije, sin duda una cama, y algo inclinarse sobre mí.
Y una respiración chocar contra mis labios.
Entonces abrí los ojos de repente, y justo delante de mi cara, había alguien a punto de besarme.
Me incorporé con fuerza, chocando mi frente con la suya.
-¡¡Ayy!! –gritamos.
Caímos hacia atrás. Con una mano en el golpe, me reincorporé y le miré. Era un chico de la edad, más o menos, de Damen. De pelo rubio y ojos negros como el carbón.
Y me miraba furioso. Retrocedí hasta chocar contra la cabecera de la cama. Tragué saliva sonoramente.
-Oye… ¿Quién… quién eres tú…?
-¿Yo? Te lo diré. Me llamo Keiran. Bueno, por aquí me llaman Lord Keiran.
-¿Y… qué hago yo aquí?
-Hum. Nada, en realidad. Bueno, eres un reto.
-Un reto –mi cara debía de ser todo un poema.
-Sí. Estoy desafiando a tu… hum… ¿amado? ¿Cómo lo llamáis ahora?
-Novio.
-Eso. Damen merece sufrir.
-¡¿Pero por qué?! ¡¿Qué te hizo él que fuera tan grave…?!
-¡Mató a mi prometida y convirtió a mi hermana pequeña en uno de los suyos! ¿Tú sabes lo que duele eso? ¿Que te arrebaten lo que más quieres, lo más valioso que tienes en el mundo y en tu mundo, y que se salgan con la suya?
-Pero… tu hermana…
-Tu novio le metió cosas en la cabeza, cosas estúpidas, y ahora me odia. Y mi vida, mi todo, ya no existe. Se esfumó. Así que ahora le toca sufrir a él.
-No sabes el daño que le hiciste matando a su mejor amigo. Damen lloró por él. El Damen que yo conozco nunca lloraría por nada. Y míralo.
-Hum, gustoso pero insuficiente. Sé que lo que de verdad, de verdad en esta vida, que le va a dar ganas de suicidarse, de acabar con todo, es tu muerte. O tu odio hacia él. Dime, ¿qué es más práctico? ¿Matarte o hacer que le odies para el resto de tu vida y su vida?
Apreté la mandíbula.
-¿Vas a matarme?
-No, por ahora no. Sé que llegará pronto. Y quiero darle una sorpresa. A ver… ¿qué le dolería más…? –Sonrió con maldad-. Quizá si te corto un brazo…
-¡¿Que qué?! –abrí mucho los ojos.
-No. No sería… -se quedó pensativo un momento, mirándome fijamente. Alzó las manos y me cogió la cara. Cerró los ojos-. Te olvidaste de él.
-¿Qué? -Sacudí la cabeza para que me dejara, sin éxito-. ¡Yo nunca me olvidaría de él!
-Sí. En el pasado. Puedo verlo.
Fruncí el ceño. Sí, cuando Devon me quitó los recuerdos…
-Y eso le destrozó. Totalmente. ¿Qué pasaría si te olvidaras de él dos veces?
Supe lo que estaba pensando, y me aparté bruscamente de él.
-¡No! ¡Déjame! –Me protegí la cabeza con las manos, en un vano intento de que dejara mi mente en paz-. Por favor.
Keiran me cogió las manos, se acercó peligrosamente a mí y juntó sus labios con los míos.
Entonces sentí cómo todo se desvanecía. Otra vez. Y antes de desmayarme, pensé que ya estaba harta de que jugaran seguido con mis recuerdos. Algún día, todos pagarían por ello. Estaba segura…