¡¡Cazadores de Sombras: Ciudad de ángeles caídos!! *¬*

lunes, 29 de noviembre de 2010

Capítulo 64 (E)

Salí de la universidad al terminar las clases, y me fui andando a casa. Entré en el edificio, subí el ascensor, abrí la puerta y la cerré.
Entonces, delante de mí, apareció un Portal.
Me asusté un poco, porque Damen estaba vigilando por la ciudad, y no podía ser él.
Del Portal salió un chico rubio con alguien mucho más bajo con la cara tapada por una capucha. Me sorprendí, y sonreí.
-¡¡Jonan!! –dije emocionada.
-¡Elisa! –sonrió, y abrió los brazos cuando fui a abrazarle.
Cuando nos separamos, le miré.
-¡Cuánto tiempo! ¿Qué…? –miré a la personita a su lado.
-Necesito que me hagas un favor, Elisa. Me la encontré en la calle, completamente sola, y bueno… Ella… Me gustaría que pudieras encargarte de ella.
-¿Yo…?
La miré. Me acuclillé enfrente, y le retiré la capucha de la cara. Aunque estaba algo sucia, podía ver sus bonitas facciones. Unos ojos azules como los de Damen, pelo medio rizado y del color del chocolate, y mejillas ruborizadas. No sonreía. Lo que me llamó la atención fue que en la cabeza tenía dos pequeños cuernos negros, y de su túnica, en la espalda, sobresalían dos bultos…
-Hola –le dije con suavidad-. ¿Quién eres?
No respondió. Miré a Jonan.
-Se llama Kira. Debe de tener unos siete u ocho años, o quizá más. No estoy seguro.
La niña no paraba de mirarme, hasta que finalmente alzó una mano y me cogió un mechón de pelo.
-Me gusta tu pelo –comentó.
-Gracias –dije sonriendo.
Me levanté.
-Jonan, no hay problema. Me encargaré de ella.
-Está bien, pero ten cuidado. Damen podría… Bueno, ya sabes, como Kira es…
-¿Es…?
-Bueno, ella es lo que se llama un demonio esclavo.
-Hum. No te preocupes.
Asintió agradecido, y se fue por el Portal por el que había venido.
Miré a Kira.
-Bien, pequeña, primero es mejor que te des un baño. ¿Quieres?
-Me parece bien, pero por favor, respeta mi decisión de no llamarme pequeña. Es un poco molesto dada mi acomplejada altura.
Alcé las cejas.
-Oh, eh… muy… muy bien, entonces vamos, Kira.
Asintió, me cogió la mano que yo le había tendido y ambas fuimos al baño.
Llené la bañera de agua caliente más o menos por la mitad, Kira se desvistió y se metió dentro. Me fijé que en la espalda tenía dos alas como las de los murciélagos, y tenía cola, que terminaba en una flecha. Mientras la ayudaba a limpiarse, hablamos.
-Mira, Kira, yo me llamo Elisa.
-¿Elisa?
-Bueno, en realidad Elisabeth Katherine, pero es un nombre demasiado largo, así que sí, Elisa. Y… ¿cómo…?
Se encogió de hombros.
-No sé cómo llegué aquí, pero estoy desde hace muchos años con este cuerpo –me examinó-. Y veo que tú, dada tu madurez mental, deberías tener más de los que aparentas.
-Sí, bueno, yo… Vivo eternamente, como tú.
-Hum. Y ese tal Damen… Escuché su nombre en alguna parte.
-Es… bueno, el líder de los…
-De los ángeles que protegen a humanos y matan a los que son como yo, ¿no? Bueno, supongo que podré soportarlo.
-¿No tienes miedo de… bueno… de lo que pudiera pasar?
-Antes me dijiste que me cuidarías –asentí decidida-. Y vives con él. ¿Debo suponer que eres su novia?
-Hum…
-Eso es un sí. Y si eres su novia significa que te quiere y que no haría nada que te pudiera entristecer. Me supongo que si me hiciera daño, a ti no te gustaría. Por lo que eso nos deja en que no puede tocarme.
-Increíble –dije sin saber qué más decir.
-Gracias, aunque tu sorpresa ofende un poco, pero no pasa nada.
Cuando le lavé el pelo y terminé de bañarla, la ayudé a salir.
-Un momento –dijo.
Cerró los ojos y se le fueron ocultando los cuernos, las alas y la cola.
-Es mejor que me mantenga en mi forma humana.
Asentí y le presté un pijama mío corto, ya que las mangas de la parte de arriba le quedaban por los antebrazos y la parte de abajo por las rodillas. Apareció Yin Yang cuando ambas fuimos al salón. Se acercó a Kira despacio, la olisqueó y frotó su mejilla en la pierna de ella. Kira sonrió débilmente y le acarició la cabeza.
-¿Quién es? –me preguntó.
-Se llama Yin Yang. Vive con nosotros.
-Es bonito.
Sonreí. Entonces oímos el tintineo de unas llaves, y la puerta que se abría. Damen apareció por ella, y al verme sonrió, pero cuando bajó la mirada hacia Kira, la sonrisa se le borró de la cara.
Sacó una pistola del bolsillo de la chaqueta y la apuntó con ella.