-¡¡Aaaaaaahhhhhh!! -grité.
¿La razón? Bueno, pues porque mi querido amigo Damen me puso los cascos del mp3 en el oído y a todo volumen. Por eso grité.
Y cómo no, mi madre apareció por la puerta. Pensé rápido.
-¡Elisa! ¿Qué...? -preguntó asustada.
-Una pesadilla -dije tan rápido que ni yo misma me entendí-. Una... pequeña pesadilla, pero no es nada, en serio. Estoy bien -sonreí.
-Está bien... Vamos, prepárate, que si no llegarás tarde -dijo con voz dulce.
Volví a asentir, y ella se fue. Lentamente, me volví hacia Damen, que estaba saltando en el sofá sonriendo burlonamente, pero para mí sonreía como un imbécil.
Le miré entrecerrando los ojos.
-¡¿Pero tú en qué estabas pensando?! -grité no muy alto.
-¿Yo? En despertarte. Bueno, me voy.
-¡Vale, pues lárgate de una vez, pero déjame tranquila!
Antes de desaparecer por la ventana, a la que me asomé por si se había caído, pero no vi nadie en el césped, seguía sonriendo. Lo dejé pasar, me vestí, hice toda la rutina, y bajé. Mi padre y Tommy estaban abajo. Éste último llevaba una mochila a la espalda, y papá tenía una más grande en la mano, que parecía que pesaba. ¿Pero una mochila para qué?
-Oh, Elisa. Toma -me la tendió, y yo la cogí, examinando lo que tenía dentro. Libros. Les miré interrogante-. Tienes que llevar los libros para ir allí.
-Ah, está bien. ¿Y dónde está ese sitio?
-Bueno, Tommy te llevará, ya que vuestro colegio está dividido en dos edificios. El colegio de primaria y el instituto de secundaria y bachillerato.
-Yo voy al segundo, ¿no? -asintió-. Bien, vale -me puse la mochila.
Tommy se acercó a mí, me cogió de una mano y me llevó a la puerta.
-Venga, vamos, que llegamos tarde.
Los dos nos fuimos. En el camino, hablamos.
-¿Y Damen? -preguntó.
-Se fue. No le apetecía venir. Ya sabes como es.
Después, llegamos. Tommy se fue al colegio. Me encontré con Sally y Thais afuera. Y más chicos y chicas que venían hacia mí como locos. Me saludaron, me preguntaron qué tal, que me echaban de menos Y demás cosas. Me volvían loca, así que sonreí e iba a entrar en el recinto cuando vi a una chica sola en una esquina del edificio, pero juraría que vi a alguien más seguirla... aunque sería mi imaginación. Sonó un timbre, y a mí me dio un vuelco el corazón. Menudo susto. Todo el mundo entró, y yo vi mi ficha que me había enseñado anteriormente mi padre. Entré en la clase que me tocaba, y me senté en una ficha. El profesor me había sonreído y que se alegraba también de verme, como todos.
Pero, en la puerta, vi a la chica de antes. Se sentó a mi lado derecho, en la última fila. No parecía querer hablar con nadie.
Después de unos minutos en el que el profesor empezaba a hablar, la puerta se abrió, y un chico con cara de ángel, pelo totalmente negro y ojos claros apareció por ella, pero había una cosa: se vestía como Damen. La blusa blanca y los pantalones negros, y el tatuaje. Era un ángel. El profesor fue hacia la puerta y la cerró, pensando que la abrió el viento, pero me parece que yo era la única que lo sabía.
O no. La chica de antes parecía hacer señas disimuladamente al ángel, que negaba con la cabeza mientras sonreía. Parecía estar buscando algo.
-¡Brad, ven aquí! -susurró.
El ángel seguía buscando. Nadie se daba cuenta de su presencia. La chica se volvió hacia mí, fulminándome con los ojos. Aparté la mirada hacia el profesor.
Pero la puerta se volvió a abrir. Y esta vez no era cualquiera, era Damen.
-Este viento... -masculló el profesor-, tienen que cambiar la cerradura.
La chica se puso nerviosa, ya que Damen saludó al otro y ahora le llamaba...
-¡¡Damen, Brad, parad quietos!! -susurró un poco más fuerte, pero nadie se dio cuenta. ¡¿Le conocía?!
Intenté taparme con una libreta, un libro, una carpeta... algo, para que Damen no me reconociera, pero sólo le bastó unos segundos para verme.
-¡¡¡Elisa!!! ¡Aquí! -gritó.
Parecía increíble que entre las explicación del profesor, los alumnos ni se inmutaran con la mención de mi nombre en boca de Damen.
-Sí, es ésa -me señaló, enseñándome a Brad.
La chica me miraba con la boca abierta, y con los ojos asustados. Tragué saliva, y me levanté.
-Tú... -empezó, pero la interrumpí.
-Emmm... ¿puedo salir un momento?
-¿Perdona? -dijo el profesor-. Claro que no. No puedes...
-Por favor, es que me encuentro mal... -pareció recordar lo de mi amnesia.
-Oh, bueno, adelante.
Y salí de allí rápidamente, con Damen siguiéndome. La bronca que iba a recibir...