Después de la enorme bronca que recibí, nos volvimos a casa. Al llegar, me fui rápidamente a mi habitación, con Damen -cómo no- siguiéndome. Al cerrar la puerta detrás mía, me volví hacia él con los ojos entrecerrados.
-¡Tú! -exclamé.
Haciéndose el graciosillo, miró a su alrededor, buscando a alguien más.
-Eso parece -y sonrió.
-¡No te hagas el gracioso conmigo! ¿Tú te consideras un maldito ángel de la guarda? ¡¿Desde cuándo?! ¡¡Porque en el hospital me parecía que no!!
-Sssshhh... -puso un dedo en sus labios- Que te van a...
-¡¡¡No me va a oír nadie!!! ¡¡Estoy harta de ti!! ¡Sólo porque no recuerde nada de mi vida no quiere decir que no recuerde como era yo! ¡Y tenía muy mala leche!
-Vaaale...
-¡¿Vale?! ¡¿Es todo lo que se te ocurre?! ¡¿Pero no ves que casi me da algo en aquella sala?! ¡¡Estaba...!! -Damen miraba al techo- ¡¡¡¡¿¿¿PERO ME ESTÁS ESCUCHANDO, PEDAZO DE IMBÉCIL???!!!!
Bajó la mirada hacia mí, confuso.
-¿Eh?
Apreté muchísimo los dientes, tanto que hasta me dolieron.
-¡Ya está! ¡¡Quiero que te vayas!!
-¿Que me vaya?
-¡¡¡¡¡¡¡Que te vayas de una vez!!!!!!!
-Oh, muy bien, vale. Me iré. De todos modos esta mañana recibí un mensaje de que tenía que volver a Saints.
-¿Eh?
-Mi ciudad. Bueno, pues me largo. Que tengas suerte.
De repente apareció una especie de portal amarillo y verde y desapareció por allí. ¿Estaba... estaba sola? ¿Totalmente sola? No me lo podía creer. Pero estaba castigada sin salir de mi cuarto, así que... ¿qué hago ahora?
Fui hacia la cama y me tendí en ella de espaldas, mientras miraba el techo. Vaya... estoy pensando... ¿lo... lo echo de menos? Sólo han pasado cinco minutos... ¿y ya le echo de menos? No, no, no. Ni de broma.
De repente, alguien petó en la puerta. Sin levantarme, le dije que entrara. Era Tommy. Me incorporé, y él me sonrió, cerró la puerta y se sentó a mi lado.
-Perdona si te molesto, pero es que... antes oí gritos, y pensé... que quizá...
-No, no... ya... no... es que...
-Eli, dime la verdad. No me creo que hables sola todo el tiempo. Por favor...
Le miré de hito en hito. Pero... era mi hermano pequeño, y por lo visto nos llevábamos muy bien...
-Emmm... ¿creerás que estoy loca?
-No.
-Vale... Verás, cuando... vine a casa por prim... bueno, después del hospital por primera vez, tenía un ángel esperándome en mi cuarto, y el problema es que sólo yo lo veo, y los niños muy pequeños, y siempre me está fastidiando. Y le acabo de decir que se largara, y...
Me miraba con la boca abierta, y revisé mis palabras. Hasta a mi me parecía increíble. Miré al suelo.
-No me crees -susurré-. Bueno, tranquilo, es normal, parece que estás hablando con una lunática y...
-No. Te creo.
Alcé rápidamente la mirada.
-¿Me... me crees?
-Sí, te creo -dijo... no como un niño, sino como un adulto-. Lo del hospital, el niño pequeño... y cuando me caí en el pasillo sin que hubiera nada para caerme. Y bueno, tus gritos. Puede que mamá y papá no te crean, pero yo sí.
Me entraron unas ganas locas de llorar, pero me aguanté. Me acerqué a Tommy y le abracé muy fuerte, a lo que de repente apareció otra especie de portal como cuando Damen se fue a los pies de la cama. Y por ella, un chico de unos diecisiete o dieciocho años, vestido prácticamente como éste último, con la blusa blanca y los pantalones negros. También se le marcaba el tatuaje en el brazo por debajo de la blusa. Era moreno, con el pelo castaño, y los ojos verdes, bastante atractivo. Tommy y yo nos levantamos de la cama y nos quedamos mirándolo. El chico cerró el portal y miró a su alrededor.
-Oh, eh... ¿no está Damen? -preguntó con voz dulce y tímida.
-No... se fue hace unas dos horas y media. ¿Quién...?
-Soy Jack, su amigo. Parece que llego tarde... -nos miró con una sonrisa-. Ya me habló de ti. Puedes vernos, ¿no? Y por lo visto, tu hermanito también.
Miré hacia él. ¡Es verdad! Pero Damen había dicho...
-Oh, ya, es que... bueno...
-Ya, ahora conoce la verdad de lo que ve.
Se inclinó hacia Tommy y le sonrió todavía más. Éste se había quedado inmóvil, pero estaba emocionado. Al ver que no respondía, se volvió hacia mí.
-Bueno, pues me quedaré hasta que vuelva.
-¿Cuando hablasteis? -pregunté confundida.
-Ayer por la noche. Por el móvil. Pero bueno, eso no es la cuestión. La verdad, tenía muchas ganas de conocerte -me tendió la mano-. ¿Eras...?
-Elisabeth, pero llámame Elisa. Encantada, Jack.
-Lo que no me había dicho es que tu nombre es tan bonito como tu cara -y me besó los nudillos; luego me la soltó.
Me sonrojé. Jo, ojalá me hubiera tocado éste...
-Bueno, yo... yo me voy ya. Elisa, luego me tienes que presentar a ese ángel tuyo, ¿vale? -me dijo Tommy, que había recuperado la razón.
Asentí todavía conmocionada. Se acercó a la puerta y se fue. Volví a mirar a Jack, que me sonreía.
-Bien, pues eso, te cuidaré yo hasta que Damen vuelva. Al pobre le van a echar una bronca...
-¿Una bronca? ¿Por qué?
-Por no protegerte como es debido. Por lo que veo, no os lleváis muy bien...
-No, me parece un chico horrible, arrogante, malo, de mente retorcida, malvado, maleducado... ¿Quieres que siga?
-Vaya, no. Pues tranquila, que yo no soy como él.
Se sentó encima de la cama, y me indicó con la cabeza que me sentara a su lado. Me encanta este chico.