Los demás también me miraban con tristeza. Y se lanzaron hacia nosotros, abrazándonos.
-¡Que me ahogáis! –dije.
Se rieron débilmente, menos Elisa. Se apartaron de nosotros, y yo la abracé, apoyando mi frente en su pelo, cerrando los ojos. Gabriel me miró a conciencia.
-Hum… ¿Sabes? Quizá pueda hacer algo…
Todos miramos hacia él.
-Durante siglos hemos intentado capturar o cazar a demonios, incluyendo a ángeles caídos perversos o a los nefilim. Pero no somos lo suficientemente… No sé cómo explicaros.
-¿Qué quiere decir, señor…?
Gabriel no contestó. Se dio media vuelta y desapareció. Y después de unos momentos volvió con un cáliz de cristal y un cuchillo.
-Qué es esto –pregunté apretando más a Elisa contra mí. Temía algo, pero no sabía qué era.
Siguió sin decir nada. Entre Gabriel y yo brotó, del suelo de nubes, una especie de fuente, dónde, cuando terminó de crecer hasta quedar a la altura de mi pecho, colocó el cáliz. Cogió el cuchillo y se hizo una herida en la palma de la mano izquierda. La sangre, de color dorada para mi enorme sorpresa y las demás, cayó dentro del cáliz, volviéndolo de ese color. Me hizo una seña para que me acercara. Miré a Elisa, me separé de ella y me acerqué a la columna.
-Damen, tú serás el líder. Te encargarás de cuidarlos y ayudar a los que deseen incorporarse a vosotros.
-¿Tengo que hacer de niñera? Estupendo –puse los ojos en blanco.
-¡Damen! –Gritó Andrew-. ¡No seas estúpido! O es esto o convertirte en un ángel caído.
Me lamí los labios resecos, y asentí.
-Bébelo –me dijo Gabriel.
Cogí el cáliz y me lo acerqué a la boca, pero lo bajé, y miré a Elisa.
-¿Podré estar con ella? –le pregunté a Gabriel sin apartar la vista de ella.
-Sí, si no descuidas tus obligaciones, claro.
Elisa sonrió ampliamente.
-Pero vivirás eternamente.
Eso me frenó, y le miré.
-¿Y ella no?
-No. Ella es humana. Envejecerá como cualquiera.
Dejé la copa.
-Entonces no quiero.
-Si no bebes del cáliz, vivirás eternamente igual, pero condenado. Tú eliges.
-Para mí no existe mayor condena que vivir separado de ella. Y ya lo he vivido suficiente tiempo.
Gabriel la miró.
-¿Estás dispuesta a vivir toda la eternidad a su lado? –le preguntó.
Elisa asintió decidida.
Sinceramente pensé que iba a dudar, o vacilar. Pero lo dijo directamente. Y eso me gustó mucho. Gabriel asintió.
-Bien. Bebe tú también del cáliz – me miró-. Adelante, Damen.
Volví a coger el cáliz en mis manos, y bebí un poco de su contenido.
(E) Cuando Damen terminó de beber, hizo una mueca de desagrado.
-¿Pero qué lleva esto?
Gabriel me señaló con la cabeza.
-Ahora tú.
Damen me tendió el cáliz mientras sus alas se tornaban azules como el cielo. Luego bebí yo.
Me sentía rara, pero no me dolía nada. Sino… eso, rara.
Gabriel cogió la copa, pero Damen le tendió una mano. El arcángel le miró con una ceja alzada.
-¿Qué? ¿No me la puedo quedar?
-¿Para qué? –Gabriel estaba perplejo.
-Quiero saber cuánto me darían por ella en eBay…
Me reí, y me lancé hacia Damen. Le abracé con todas mis fuerzas, y él a mí.
Los demás aplaudieron, y les miramos.
-¿Qué? –dijo Jonan-. Es que esto nos emociona…
Nos reímos.
-¿Y cómo se recluta gente para esto? –preguntó Jack.
Damen le miró.
-¿Por qué quieres saberlo?
-¿Crees que voy a dejar que mi mejor amigo se lo pase en grande mientras yo estoy protegiendo a un puñado de humanos torpes? De eso nada –y sonrió.
Damen, sin dejar de abrazarme, alzó un brazo y lo pasó por los hombros de Jack.
-Fácil. Damen, haz lo mismo que acabo de hacer yo.
-¿Lo de sangrar en el cáliz y…?
-Sí.
-¿Y por qué no de la tuya?
-Sólo los líderes de los grupos de ángeles pueden tener sangre de arcángel en las venas.
-Hum.
Jack hizo una mueca.
-Mejor me lo pienso –Damen le miró con el ceño fruncido, y Jack rectificó-. Que es broma, hombre. Venga, va.
Damen cogió el cáliz y el cuchillo, se hizo la herida en la mano y la sangre cayó dentro. Se lo tendió a Jack.
-Bebe, bebe. Ya verás qué rico y nutritivo –dijo Damen sonriendo con burla.
Jack sacudió la cabeza, cogió el cáliz y bebió.
Los demás también se ofrecieron, excepto Susan, claro.
-Ya no sois ángeles normales. Sois ángeles Dominios. Ahora podéis hacer cosas que los demás no pueden. Ya las descubriréis. Pero debo deciros que podéis haceros visibles ante el ojo humano cuando deseéis, e invisibles por lo mismo.
Asintieron.
-Pero hombre, ya no me hacía falta ser más perfecto. Yo ya era mitad humano, mitad increíble –dijo Damen.
Gabriel ignoró su egocéntrico comentario y me miró.
-¿Entonces yo…?
-Tú eres humana con un poco de sangre de ángel en las venas. Eres como un nefilim, pero no tienes maldad. Por supuesto, te quedarás así para siempre.
Sonreí. Por fin Damen y yo podríamos estar juntos para siempre… si es que nada se interponía, claro.
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Bueno..., la, por así decirlo, primera temporada de Night of Angels está llegando a su fin, pero tranquilas, que la historia sigue. En el último capítulo (el siguiente) ya os explicaré lo necesario.
Y otra cosa, os pido un favor... Veréis, gracias a Lore (^^), pude conocer un blog que me enganchó su historia desde el prólogo. Y creo que deberíais saber de él. Os prometo que no os arrepentiréis ;D
http://destino-que-aguarda.blogspot.com/
Es de Elisabeth (¡qué casualidad! ;D), y por supuesto, os lo agradezco mucho ^^
De verdad que merece la pena leerlo *¬* A mí me tiene enganchadísima :3 ¡Gracias!
Ah, y como siempre, ¡vuestros comentarios me animan mucho, de verdad! :D