¡¡Cazadores de Sombras: Ciudad de ángeles caídos!! *¬*

domingo, 12 de septiembre de 2010

Doble capítulo

*Hum... pongo dos capítulos de recompensa por haber tardado tanto en renovar... pero es que estuve muy ocupada. De todos modos, ahí los tenéis.
Por cierto, gracias por vuestro apoyo y sólo quiero que sepáis que tengo en cuenta todos y cada uno de vuestros comentarios ^^
Ahí van:

Capítulo 40 (D)

Era mía. Completamente mía. Por fin había vuelto, y esta vez no dejaría que nada ni nadie la apartara de mi lado.
Y saber que estuvo todo este tiempo conmigo… Increíble. Lo peor de todo es que le había hecho toda clase de burradas, como despertarla de forma molesta –dónde se incluyen la música demasiado alta o saltar encima de su cama- o insultarla o…
O hacer que descubriera cómo soy yo en realidad.
Salimos de la cocina y fuimos al salón. Estaban viendo la televisión. Al vernos aparecer, nos miraron.
-¿Qué tal ha ido? –preguntó Jonan.
Iba a responder con una respuesta sarcástica de las mías, pero miré a Elisa. Ella me sonrió y asintió, como si no le importara. Me relajé.
-Tú debes de saberlo bien, ¿no? Con todo lo que escuchasteis ya deberíais saber casi todo de nuestra vida. ¿Os ha gustado la función?
-Pues… -dijo Susan, pero Jack negó con la cabeza, para que se callara. Se calló.
Puse los ojos en blanco. Y de repente se escucharon unas llaves y que la puerta principal se abría. Adalia apareció por ella. Susan se levantó nerviosa.
La adivina, al vernos a todos en el salón, alzó las cejas, sorprendida.
-Bueno, ¿pero qué es todo esto? –preguntó.
-Abuela, es que teníamos que reunirnos… Y el mejor sitio es aquí.
Miró hacia mí y el brazo que tenía alrededor de la cintura de Elisa. Sonrió y se cruzó de brazos.
-Bueno… ¿pero qué tenemos aquí? Al parecer ya la has encontrado.
-¿Cómo? –preguntó Elisa asombrada.
-¿No lo recordáis? La primera vez que viniste, Elisabeth, te leí el futuro. La segunda vez que me visitaste, Damen vino contigo. Y a él le leí el horóscopo.
Empecé a recodar:

-Y en el amor... al parecer te enamorarás de una persona que volverás a ver, una que está confusa con su vida. La encontrarás pronto.
-Sí, claaaro. Mira, Adalia, mi único amor verdadero es mi persona. Hasta a veces incluso me rechazo a mí mismo sólo para mantener el interés.
-Parece que la modestia la dejaste en casa, ¿no? -dijo ella poniendo los ojos en blanco-. Ten cuidado con lo que dices, Damen, porque algo pasará en tu futuro que te volverá a cambiar.
-¿Volver a cambiar? -preguntó Elisa-. ¿Qué quiere decir con eso?
-Ya lo verás, querida.


Y bien que lo acabamos de ver. Apreté los labios.
-Veo por la cara de Damen que lo recuerda –comentó Adalia sonriente.
-Sí, perfectamente. Cómo olvidarlo. Pero lo que más me molesta es que tenías razón. Y eso que soy yo el que suele tenerla –sonreí.
-Bien. Contadme lo que os preocupa.
Le contamos todo sobre Devon y Elisa, y lo del pájaro incluso. Adalia escuchaba con atención. Al terminar, dijo:
-Está bien, vamos a hacer una cosa. Quiero que vayáis por parejas y vigiléis los alrededores. Si veis a algún ángel sospechoso o demás, venís aquí y me avisáis –dio una palmada-. ¡Vamos!
Todos asentimos. Empezaron a salir por la puerta, pero yo me quedé un momento. Elisa, en la puerta, se volvió hacia mí:
-Damen, ¿vienes?
-Sí, ahora voy.
Ella sonrió, asintió y se fue. Miré a Adalia.
-Elisa te ha cambiado por dentro y por fuera, ¿no crees? –dijo.
-¿Por qué dices eso?
-Ya no eres tan… egocéntrico, ni sarcástico. Y además se te ve más radiante. Como si hubieras cambiado.
-Quizá. Bueno… -carraspeé-. Gracias.
-¿Y esperas hasta ahora para decírmelo?
Bufé, y me crucé de brazos.
-¿Qué te creías, vieja loca? ¿Qué iba a disculparme delante de todos para ridiculizarme? Ni lo sueñes.
Adalia sonrió.
-Quizá no hayas cambiado tanto. Ahora ve con la niña de tus ojos.
Asentí y me fui.

Capítulo 41 (E)

Esperé por Damen, ya que iban a ir en parejas Jack y Susan, Brad y Andrew y Jonan y Cecil. Al poco rato apareció, y vino hacia mí.
-Perdona, Elisa, hablaba con…
-Puedes llamarme Kate, si te es más cómodo. Como antes.
Él sonrió, pero negó con la cabeza.
-Te llamaré Elisa.
-¿Por qué?
-Por dos cosas. Una, que me he acostumbrado a llamarte Elisa, y dos… Me he dado cuenta de que no hace falta que te llame por otro nombre para saber que soy especial para ti.
Me derrumbé.
-Te quiero –le dije.
-Lo sé, yo también me quiero –me respondió sonriendo.
Me reí. Y me besó.
-Yo también te quiero –me susurró después.
Sonreí, le cogí de la mano y ambos empezamos a andar. Mirábamos por todos lados con cuidado, ya que podían estar espiando o algo.
Cuando llegamos al parque, apareció.
El pájaro.
Lo curioso es que ningún adulto que estaba por allí con sus hijos lo veía, pero éstos sí. Empezaron todos a señalar el cielo. Los padres estaban desconcertados.
Damen me apretó la mano, y cuando el pájaro me vio, se lanzó en picado hacia aquí.
-¿Preparada? –me preguntó Damen.
-Pues… la verdad…
Pero empezamos a correr son que terminara de responder. Me arrastró por toda la ciudad intentando escapar del monstruo. Incluso cuando empezamos a cansarnos de correr, Damen empezó a hacer Portales por todos lados, e íbamos entrando y saliendo de ellos para confundir al pájaro. Hasta que por un tonto descuido, el monstruo me cogió por los brazos, elevándome hacia el aire. Estaba a punto de llevarme hasta un Portal creado por él, supongo.
Entonces algo me sorprendió.
Un dragón, al que conocía perfectamente, venía detrás de nosotros. Yo me preguntaba cómo lo había hecho, ya que sólo cambiaba algunas noches escasas. Me estaba resbalando poco a poco, y tuve que agárrame a la pata del pájaro para no caer.
El dragón se colocó a nuestro lado, con las alas doradas extendidas, e intentó alcanzarme, pero el pájaro hizo un movimiento raro que me mareó completamente, y al final llegamos al Portal. Entramos seguidos de Damen. Y por supuesto, en Saints.
Aparecimos en el cuarto del portal del edificio Celeste, pero como era lo bastante grande, no hubo problema para que el pájaro pudiera pasar. Siguió volando hasta salir del edificio, rompiendo una ventana, que me dejó una herida en la mejilla, pero no era eso lo que me preocupaba ahora mismo. Entonces el monstruo frenó, suspendido en el aire. Me asusté. Entonces miré atrás. Damen mordía con su hocico la cola plumada del pájaro, impidiéndole avanzar. Éste empezó a aletear con fuerza. Entonces escuché su voz:
“Elisa, suéltate. Confía en mí” –me dijo.
Yo vacilé un poco, pero al final le hice caso. Justo cuando me solté, Damen soltó al pájaro y descendió, hasta que de repente me vi sentada en su lomo blanco.
De verdad que a veces esto parecía un sueño. Tipo “La historia interminable”.
El pájaro nos siguió cuando se recuperó, y pinchó la pata derecha trasera del dragón. Luego la delantera, y luego el estómago. Damen lanzó un gruñido, pero no se quejó más. Empezó a sangrar, dejando caer gotas de sangre hacia el suelo.
-¡Damen, déjalo! ¡Te va a matar! –lloriqueé.
“Prefiero morirme yo antes que dejarte con él” –me replicó.
Agarré su pelaje con las dos manos y tiré un poco, intentando frenarle. No lo conseguí. Me entraron ganas de llorar.
El pájaro volvió a atacarle.
-¡¡Damen, por favor!!
“No.”
Dejamos Saints atrás para sobrevolar el bosque.
-¿No entiendes que no hay ningún sitio en el que pueda estar a salvo? ¡Por favor, no quiero que te pase nada!
No dijo nada. Hasta que se le ocurrió algo.
“Sí, sí que lo hay”
De repente dio media vuelta hacia la ciudad otra vez. El pájaro derrapó detrás de nosotros, cambió de dirección y nos volvió a seguir.
-¿Adónde vas?
“Hacia el Portal”
-¿Otra vez? ¿Se puede saber…?
“Ya lo verás”
Cuando llegamos al edificio Celeste, Damen descendió, traspasando el mismo agujero del cristal que rompió el pájaro, que estaba prácticamente pisándonos los talones, y antes de entrar en el portal, Damen me dijo:
“Elisa, no pienses en nada”
Lo intenté. Me costó, y justo cuando el monstruo iba a volver a atacarle, entramos.
Tenía mucha curiosidad por saber a qué lugar me había llevado.