¡¡Cazadores de Sombras: Ciudad de ángeles caídos!! *¬*

miércoles, 25 de agosto de 2010

Doble capítulo

-Capítulo 34 (E)

Había pasado un año y medio. Ya estudiaba en segundo de bachillerato y estaba a medio trimestre. Y dentro de poco me iría a la universidad. Estaba muy contenta, porque mis notas mejoraban cada vez más, y además me alegraba de que Susan siguiera conmigo, ya que las demás habían repetido curso. Salvo que a veces, cuando miraba el sofá de mi habitación vacío, sin Damen sonriendo de forma burlona o sus bromas… Lo echaba de menos. Incluso alguna vez no pude soportarlo y lloré.
De todos modos, para mí era casi todo perfecto.
Hasta que recibí la noticia.
Acabábamos de salir del instituto, y yo me quedé a comer a casa de Susan. En el camino hablamos:
-Elisa, es el tercer tío al que rechazas. ¿Se puede saber por qué? Además que este… mal no estaba.
Suspiré.
-Por ahora nada de chicos. No me interesan.
-Hum… ¿No será que te gusta uno…?
-Puede.
Susan me miró, y cayó en la cuenta. Desvió la mirada.
-Sabes que ya no…
-Ya lo sé, Susan. No pasa nada –sonreí con tristeza-. Bueno, ¿y qué tiene preparado tu abuela para comer?
Susan sonrió. Cambiar de tema me iría bien. Al llegar, Adalia nos recibió entusiasmada y comimos. Luego fuimos al jardín trasero, dónde tenían el estanque con peces japoneses y demás. Nos sentamos en la hierba. Empezamos a hablar de temas diversos.
-Y bueno, pero por lo menos… -dijo Susan, pero se interrumpió porque ambas escuchamos ruidos raros.
Miramos al interior de la casa.
-No puede ser la abuela. Se acaba de ir a la tienda…
-A lo mejor fue un gato o algo…
Delante nuestra, encima del estanque, apareció un agujero suspendido en el aire. El corazón me empezó a latir con furia. Supongo que en el fondo de mi corazón creía que podría ser Damen, pero la realidad acabó con ese pensamiento.
Era un Portal, y de él salió Jack, que sin darse cuenta de que estaba en el aire, cayó de bruces contra el agua.
-¡Jack! –gritamos al unísono.
Nos levantamos, y él también, completamente mojado. Los peces se asustaban de él. Salió del estanque y miró su ropa. Suspiró y se volvió hacia nosotras.
-Da igual.
-¿Qué… qué haces aquí? –preguntó Susan.
-Elisa, es Damen.
Un escalofrío me recorrió la espalda. Le había pasado algo, estaba segura.
-¿Qué le…? -tragué saliva. Me temblaba la voz-. ¿Qué le pasó?
-Le han sometido a juicio.
-¿A juicio? –no entendía.
Susan miró con horror a Jack.
-¡¿Un… un juicio?! -la miró.
-Sí, y el problema es que tiene todas las de perder.
-Esperad, esperad. ¿Qué… qué tiene de malo un juicio? –pregunté.
-Brad me lo explicó –dijo Susan-. El juicio se utiliza para condenar a un ángel problemático de si debe… ser expulsado.
-¡¿Cómo?!
-Sí –Jack también estaba nervioso-. Como dijo Susan, Damen podría ser expulsado y… bueno, convertirse en… en un ángel caído –me horroricé-. Todos los ángeles tememos eso. Antes de expulsarnos del cielo, somos presentados ante la Inquisición, que lo presiden los arcángeles. Y te arrancan las alas. Luego te condenan a vagar por el mundo, siempre inmortal, pero ya no puedes sentir ni nada parecido. Serás como un humano, pero odiado por los tuyos eternamente.
-Pe… pero… pero…
No podía hablar. Ni respirar. Estaba segura de que me iba a desmayar del susto.
-¿Y cuando… cuando… lo van a…?
-Mañana a primera hora... -se le fue apagando la voz.
Era comprensible; aunque Damen no sea lo que se dice el mejor en el tema de la amistad, era su mejor amigo.
Asentí sin pensármelo dos veces. Miré a Susan, que también asintió.
-Vamos –dije decidida.
Jack sonrió débilmente y suspiró aliviado. Creó un portal y los tres nos metimos.

-Capítulo 35 (E)

Aparecimos en el piso del Portal del edificio Celeste, pero…
La ventana estaba rota. Salimos por el pasillo, y el ascensor igual. Así que subimos por las escaleras hasta la planta 0º. Nos fuimos hacia la casa de los chicos. Al entrar, nos encontramos a todos nerviosos. Se sorprendieron de vernos.
-¡Elisa, Susan! ¡Cuánto tiempo! –dijo Andrew con las cejas alzadas.
-Sí… Venimos por el juicio.
-Nos lo imaginábamos –contestó Jonan.
Incluso Cecil parecía nervioso.
-Vaya, Cecil, no sabía que le tenías aprecio a Damen –comentó Susan.
-No es por eso. Vale que le odie, pero es que no le deseo a nadie que le sometan a ese juicio. Es demasiado.
Ambas asentimos. Era comprensible.
-¿Y dónde está?
-En prisión. Hasta mañana, no puede salir.
Me horroricé. ¡¿En prisión...?!
Suspiré.
Por la noche, me quedé a pensar. ¿Y si ya no… se acordaba de mí? Vale, eso es improbable. Pero la confianza que teníamos seguramente se fundió con los años. De repente tuve miedo. Miedo de que le pasara algo, de que le condenaran, incluso miedo por mis fuertes sentimientos hacia él, que aunque al parecer el cuerpo de Damen era para prácticamente todas las chicas, su mente y corazón sólo pertenecían a esa maldita Kate.
Los celos me reconcomieron por dentro,pero sin embargo me quedé dormida.

Por la mañana, Jack nos levantó temprano para que pudiésemos ir los primeros al juzgado. Estaba seguro de que iba a ir todo Saints, por eso nos dimos prisa.
A los pocos minutos, ya estábamos todos fuera en camino hacia allí. Era un edificio enorme, que brillaba como un diamante, y que estaba un poco apartado de los demás. Entramos dentro, seguidos de más gente que iba a presenciar el juicio. Nos sentamos en las primeras filas.
Y entre el completo bullicio de toda la ciudad, apareció él, acompañado de dos guardias. Pero no tenía expresión de miedo, ni asombro, ni nervios… nada, absolutamente nada. Inexpresivo.
Lo llevaron al centro del juzgado, y el juez –un ángel superior- dio un golpe con el mazo.
-A ver… silencio. ¡Silencio!
Todo el mundo calló. Y empezó. Pero Damen empezó a hablar antes. Como siempre, fastidiándola.
-Perdone. ¿Nos hemos visto antes?
-Chico, claro que me has visto. ¿Acaso no lo recuerdas?
-Oh… Disculpe por olvidarme de su rostro. Es que al ver tanto mi maravillosa cara en el espejo se me olvidan las demás.
El juez apretó la mandíbula, ignorando su egocéntrico comentario como un caballero.
-Ángel guardián Damen, ¿sabes lo que has hecho?
-Sí, señoría. Destrozar Saints, pero…
-¿Y el motivo?
-Intentaba escapar de…
-¿Intentabas escapar? ¿No sería que estabas jugando tranquilamente y decidiste que, por qué no, acabar con los edificios de la ciudad por pura diversión?
-Yo no he dicho eso.
-No, pero lo has insinuado.
-Eso no es cierto. Sólo porque usted haya malinterpretado…
-¿Me estás diciendo que me equivoco?
-Si eso implica a un viejo y estúpido que se cree un dios sólo por llevar túnica y un mazo, entonces sí, se equivoca.
Todo el mundo se quedó con la boca abierta. Jack se llevó una mano a la frente. Cecil masculló algo que sonaba a “imbécil”, y los demás se exasperaban.
-¿Ha insultado a mi persona?
-Sí, así es. Pero sólo porque usted…
-¡Déjalo! Muy bien, Damen. ¿Saben tus padres que estás aquí?
-¿A usted qué le parece? Claro que no. Pero no me ponga esa cara. Mis padres me hicieron con mucho, mucho, mucho amor. Con sólo ver mi cara ya se nota.
-Insultar al juez, por si no lo sabes, se considera delito.
-¡¿Cómo?! Pero…
-Damen, serás expulsado del cielo en mi nombre y en el de todos los presentes. Te arrebataremos las alas en el nombre del arcángel Gabriel y estarás toda la eternidad y más vagando por el mundo.
Y dio un golpe con el mazo. Me asusté. Me asusté mucho. Uno, porque a Damen lo iban a desterrar del cielo, y dos…
Porque acababa de recordar algo de mi pasado. Y cuando empezaba a recordar ese algo, recordaba más cosas.
Hasta que me di cuenta de qué significaba realmente Damen para mí, y quién era yo en realidad.
Yo era Kate.